
Estoy en la sala, surfeando la Web, pensando en la cena de anoche, su toque que despertó emociones enterradas vivas, una conversación teórica sobre la violencia y la no violencia repitiéndose en la cabeza. El sol entra rojo por las ventanas. Nina Simone arrullando ligeramente al fondo, mezclada con los pitos y sonidos de motocicletas de afuera. Impotentes, pesados sienten mis dedos. Un boquete en el pecho, un balazo imaginario, Todo por Palestina. Todo por ella maldita.
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